Barcelona, 21 diciembre 2008
Nombre (ficticio) de la paciente: Marta
Edad: 29 años
Sexo: femenino
Descripción breve de la paciente: diferentes traumatismos óseos debidos a una caída
desde una altura de 20 metros en los Pirineos Catalanes, producida el día 3 de
Noviembre de 2007. La paciente presenta lesiones en la columna en tres vértebras,
fracturas en las dos piernas, en la planta del pie derecho y en la mano derecha y un
traumatismo cráneo-encefálico. Le pronostican una lenta recuperación de mínimo un
año y al empezar la terapia está inmovilizada en la cama, escayolada y lleva un corsé
ortopédico.
La rescata un equipo de bomberos en helicóptero y la llevan al hospital más cercano,
desde donde la trasladarán al Hospital de la Vall d'Hebron de Barcelona.
Tres días después del accidente continúa en estado de shock y le es imposible reconocer
y sacar sus emociones o llorar. Su cuerpo y su mente están totalmente desconectados.
Cuando llegan las visitas al hospital, ella intenta entretener a todos con aparente buen
humor.
Es evidente la disociación entre el trauma que acaba de sufrir y su ánimo en apariencia
alegre. La paciente desarrolla un fuerte mecanismo de defensa para protegerse del
shock y no desintegrarse emocionalmente. Tiene una actitud rebelde hacia el personal
médico y le cuesta respetar las normas (por ejemplo: fuma a pesar de la expresa
prohibición del equipo sanitario).
Las sesiones con Marta empiezan casi por casualidad. Ella era una alumna mía del curso
de danza hindú y nos estábamos haciendo amigas cada vez más.
Es importante destacar que, por norma, es aconsejable no ejercer de terapeuta cuando
existe un vínculo familiar o de amistad con el/la paciente, para evitar mecanismos de
transferencia y contra-transferencia difíciles de gestionar y que podrían ocasionar
dinámicas poco saludables.
En este caso específico, la interrelación terapéutica con Marta fue una consecuencia de
su pasión por la danza y la imposibilidad que tenía de moverse. Su situación me hizo
reflexionar sobre el significado de nuestra profesión de Terapeutas a través del
Movimiento y la Danza.
La primera consideración es sobre la vida misma, que en cualquiera de sus
manifestaciones se caracteriza por el movimiento constante, y esto marca la diferencia
entre la vida y la muerte. Cualquier ser viviente se mueve. Aunque esté paralizado en
una cama, sus órganos vitales siguen moviéndose para asegurar su existencia. El
corazón late, la sangre circula por las venas, los pulmones u otros aparatos artificiales
permiten que el aire entre y salga del cuerpo. Y es movimiento rítmico y repetido. Es,
de alguna forma, música y danza a la vez.
Hasta nuestros pensamientos son un movimiento más o menos rápido, más o menos
caótico, de ondas cerebrales.
Ontologicamente, asociaría el movimiento al estado de SER y la ausencia del
movimiento al NO SER, con consecuente incompatibilidad Parmenidea de los dos
estados juntos en la misma persona.
He hablado del estado puramente fisiológico de la existencia. Pero, ¿qué pasa con el
estado anímico/psicológico? ¿Puede el movimiento interior de emociones impulsar a la
vida? ¿Puede nuestra voluntad favorecer un proceso más rápido de recuperación en caso
de enfermedad?
R. Spitz (1972), en su estudio recopilado en el libro ¿El primer año de vida del niño¿,
demuestra que los bebés tienen más hambre de amor que de alimento, cuando
comprueba que en los orfanatos los pequeños se dejaban morir al no recibir amor.
El caso de Marta es ejemplar. Ella decidió luchar por recuperar la movilidad y poder
hacer funcionar su cuerpo como y mejor que antes del accidente. Su cuerpo estaba
paralizado, pero su voluntad era un volcán. Decidió no hacer caso a los dictámenes
médicos y simplemente escuchar sus deseos y necesidades de moverse.
¿En la medicina de rehabilitación, las sesiones de DMT son
habitualmente intervenciones a corto plazo las cuales serán utilizadas
para resolver problemas¿
(Susan Kierr y Linda Pilus)
Basándome en mi propia experiencia, creo que la afirmación de las dos estudiosas es
cierta. Marta necesitaba los cuidados de un equipo médico que pudiese curar su cuerpo
y su alma a la vez. La terapia de rehabilitación no hubiese sido tan eficaz sin una
motivación personal, lo que yo llamo el ¿motor interno¿ de los seres humanos. En este
caso, la Terapia a través de la Danza ayudó a que el proceso de recuperación física fuese
más rápido y aumentó la autoestima y la resiliencia de la paciente. La Danza (en su
sentido más amplio) impulsó el movimiento de las emociones y provocó el anhelo a la
vida.
¿La danza-movimiento terapeuta (DMTa) llega a ser parte de un
equipo cuando trabaja en medicina de rehabilitación. Un doctor,
enfermera, fisioterapeuta, terapeuta ocupacional, terapeuta verbal, y
asistente social son todos parte de un equipo de tratamiento para
cada lesión del paciente. La DMTa toma el rol de guía y facilitadora
cuando el paciente descubre qué es lo que le ayudará a sentirse pleno
de nuevo. Para hacer esto, la DMTa trabaja con las partes
lesionadas y no lesionadas de la persona. La parte del cuerpo, mente,
espíritu que ha mantenido su fuerza aprende a adoptar y a
acomodarse a la parte que ha perdido su fuerza. Este proceso de
curación, aceptando y acomodando, es la meta de la DMTa en
medicina de rehabilitación.¿
(Susan Kierr y Linda Pilus)
Hilda Wengrower