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Desde que, a comienzos de los años setenta, se inició de facto la cooperación política
entre los entonces seis Estados miembros de las Comunidades Europeas, la ausencia de una
voluntad clara, las reticencias, las faltas de entendimiento y, en última instancia, el más
completo disenso ha jalonado los casi cuarenta años que han transcurrido desde entonces. La
cooperación política ha ido sin duda avanzando – de la Cooperación Política Europea (CPE) a
la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) y, más recientemente, a la Política Europea
de Seguridad y Defensa (PESD) – pero el progreso ha sido más aparente que real puesto que,
el éxito de la integración económica no ha sido capaz por ahora de desactivar la secular
soberanía estatal. Por otro lado, los pequeños progresos que tienen lugar de manera muy
cautelar, no resisten el paso de las tempestades políticas de carácter internacional. El
desmembramiento de la antigua Yugoslavia, la guerra de Irak o la independencia de Kosovo
constituyen un buen ejemplo.
En estas condiciones, la cooperación europea en seguridad se ha caracterizado hasta
ahora por ser poco entusiasta, por la desconfianza que genera la falta de intereses comunes, por
sus resultados mediocres y por carecer de una base jurídica sólida. Habría que preguntarse si
realmente la Unión Europea ha alcanzado ya un grado de integración suficiente como para
pretender establecer con éxito políticas comunes en materia de política exterior, seguridad y
defensa, o si, por el contrario, se están forzando las cosas, con el peligro que ello conlleva para
la Unión.
En una Europa cuestionada internamente, en medio de un mundo de amenazas y retos
complejos, la seguridad interior y exterior de la Europa común están cada vez más
interrelacionadas. Los esfuerzos que Europa realiza en el exterior tienen un impacto importante
y de largo alcance en la seguridad interior del continente, pero también en sus socios y en
aquellos países del entorno. Junto a ello, los intereses de los Estados miembros se ven cada vez
más guiados por las políticas comunitarias en el entorno exterior de las fronteras europeas. En el plano internacional, conviene tener en cuenta la PCSD como factor fundamental
a la hora de entender la Unión Europea como un actor global, con influencia económica,
política y de seguridad a nivel mundial, pero especialmente en su entorno, concretamente en el
llamado “flanco sur” que sería África, lugar donde se ha puesto en práctica la PCSD en
operaciones sobre el terreno, y también en el “flanco este” en Europa oriental y Asia Central
como puntos clave de la seguridad de la Unión. |
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