Ilustrísimo Señor: Señores: Nunca, como en tan solemnes momentos, he sentido la emoción vivísima que conturba mi ánimo al presentarme ante vosotros. Renace en mi alma, en este instante, la indecible satisfacción que la embargó al realizarse uno de los más bellos y acariciados ideales á que yo podía aspirar, cuando, merced á vuestros benévolos sufragios, se me abrieron de par en par las puertas de esta ilustre Academia.Entorpécese mi pluma é invade mi espíritu viva preocupación al reflexionar sojuzgado por el nosce te ipsum grabado en mi mente,y táchome de atrevido cuando reconozco el contraste entre los merecimientos que puedo ofreceros y las preclaras dotes de reconocida ilustración y sabiduría que atesoráis los aquí congregados. Así discurriendo, no alcanzo á descubrir los móviles que os inspiraron en mi elección: sólo á los lazos de carinoso afecto que con todos me ligan y al testimonio de vuestra sincera amistad puedo ser deudor de la inmerecida honra que me habéis otorgado. Permitidme, empero, que al cumplir el precepto reglamentario prevenido en los Estatutos, acto aplazado forzosamente, con hondo pesar mío, á causa de circunstancias imprevistas y lamentables, os signifique la desconfianza que me agobia por la escasez de mis propias fuerzas, al dirigiros la palabra, antes de recibir las insignias académicas, símbolo de los estimables títulos que se alcanzan con el ingreso en esta veneranda Corporación, do se aunan el estudio y la probidad, junto con el perseverante espíritu de observación y el entusiasmo por el progreso científico. Acoged, además, la expresión pública y sincera de mi más leal gratitud, seguro de que no interpretaréis mi ruego como tributo rendido á una exigencia de la costumbre, ó sólo como cumplimiento de un deber de cortesía.